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    • LA ACRÓPLIS QUE FUE Y LA QUE SERÁ

      “Oh, Partenón! –exclamé-, ¡orgullo del mundo!

      A tus pies yace el reino de Neptuno como un león

      Domado, y son como niños los otros templos

      Agrupados a tu alrededor, el ágora

      Elocuente y el bosque de Academo…”.

      (F. Hölderlin, “Hiperión”.)


      Efectivamente, la Acrópolis fue. Sólo quedan hoy los restos – maravillosos restos- de lo que fue: vivo exponente del clímax de la cultura

      griega. Pero, a partir de ahora, la Acrópolis cambiará su encanto artístico debido a las drásticas medidas que se están tomando con las

      esculturas, cariátides, del frontón occidental del Erecteión y a los retoques restauradores que padecerá el Partenón. Por el bien de las

      cariátides, desde luego, la Acrópolis dejará de ser la misma que hemos podido admirar hasta ahora, perdiendo su marco natural. Con el

      fin de protegerlas de las inclemencias del tiempo y dela polución atmosférica serán trasladadas en breve al Museo de la Acrópolis. De otra

      parte, la parte Oeste del Partenón ya está cubierta de andamiajes. El reportaje fotográfico que ofrecemos constituye las últimas

      instantáneas que el viajero puede obtener de la “muda y desolada” Acrópolis, al decir de F. Hölderlin, uno de los mejores poetas en el

      canto a la Grecia del ayer. Ni siquiera hemos podido penetrar dentro del Partenón: la entrada está vedada a toda persona que desee
      someterse al embarazo sobrecogedor de verse rodeado de sus milenarias columnas. Esto ya es privilegio del pasado. Los celosos

      funcionarios que lo guardan impiden, con sus silbatos, todo intento. Los accesos a la Acrópolis también serán mejorados. Ciertamente,

      esta única entrada a través de los Propíleos, al irse desgastando y pulimentando por el paso de tantas personas, como pudimos comprobar,

      estaba muy resbaladiza, lo cual constituye cierto peligro., debido a su gran pendiente, para el turista.


      EL CONTRASTE ENTRE LAS CARIATIDES Y EL PARTENÓN

      Un autor moderno ha definido el Erectión como “el monumento jónico rico y exornado, que contrasta por sus delicadeza femeninas con la

      viril hermosura del Partnón”. En efecto, la perspectiva externa impresiona por la gracia elegante de los pórticos y su exquisita decoración, y,

      sobre todo, por la célebre tribuna de las Cariátides, o seis Korai (muchachas de Caria), que desempeñan la función sostenedera de unas

      columnas con la expresividad del esfuerzo. Erguidas, serenas, portan una canastilla en la cabeza que sustituye el capitel circular sobre el que

      descansa el arquitrabe, exornado de discos en relieve y de una cornisa dentada, mostrando como fuste sus esbeltos y bien modelados cuerpos,

      donde las largas túnicas jónicas simulan reemplazar las estrías de las columnas. El ritmo de líneas rígidas y delicadas se asocia a la estabilidad

      de unas columnas inertes; su viveza figurativa, al movimiento de figuras vivas.


      La composición escultórica del Erecteión representa la lucha entre Atenea y Poseidón en tierras de Ática. Tiene primordialmente, un sentido

      funerario. Era, por así decirlo, un templo-tumba.El edificio se construyó entre el 421 y el 406 sobre las ruinas de la denominada casa

      de Erecteo, por lo que conservó el nombre de este legendario progenitor de los jonios. Su presencia en la Acrópolis también va ligada al afán

      de simbolizar el poder ateniense. Es allí donde Atenea y Poseidón hacían valer sus títulos a la posesión del Ática. Ella, ofreciendo un olivo,

      del que hay plantado un ejemplar, bajo la custodia de Sinedrio. El, haciendo saltar un pequeño estanque del monumento, donde se pueden

      ver los tres orificios del atributo poseidónico, afirmando que tal fue el origen del mar. Por todo ello, el Erectión venía a ser, además, el

      santuario donde se veneraba a los héroes más o menos míticos que habían creado la urbe y afirmado su autoridad.

    • KARAMANLIS Y LA “OPERACIÓN ACRÓPOLIS”

      El señor Constantino Karamanlis, primer ministro griego, ha mostrado un interés claro de seguir y auspiciar de forma directa lo que ha venido a

      llamarse “Operación Acrópolis”. Como primera medida, en septiembre pasado visitó la Acrópolis y sus alrededores. Acompañado de sus

      ministros, con quienes ha mantenido reuniones, ha decidido tomar “drásticas medidas” para salvar este tesoro cultural y artístico. Por el

      momento, hemos podido observar que se acaba de construir –antes del traslado de las cariátides- una cornisa de madera para protegerlas de la

      lluvia de este invierno. El origen de los daños que se aprecian en las esculturas, en opinión de los expertos, aparte de la lluvia, viene determinado

      por los óxidos de carbono y azufre que suben a esta parte alta de Atenas, los cuales, debido a la acción de la lluvia fundamentalmente, origina

      que estos óxidos –de por sí dañinos- se transformen en ácidos y entren por los poros de las estatuas. Se ha dicho también –y esto se puede

      observar- que las barras metálicas que ayudan a la sustentación del techo del templo, al estar oxidadas también, son un peligro para la piedra de

      las estatuas.


      También el primer ministro ha decidido que el museo de la Acrópolis se traslade y reconstruya más abajo. Por otra parte, se va a poner en servicio

      el antiguo paseo que daba acceso a la Acrópolis. Para todas estas obras se ha aprobado un crédito de un millón seiscientas mil libras esterlinas.


      RESTAURACIÓN DEL TEATRO DE DIONISOS Y DEL PARTENÓN

      Las obras de restauración del Partenón -las inscripciones le llaman “el gran templo o “el templo por antonomasia”, del que huelga hablar- se

      inscriben más bien dentro de las tareas reconstructoras que con continuidad se han venido desarrollando sobre él. Por el alcance y significado

      de las obras que se están acometiendo en el mismo. No nos merecen la misma atención que el problema del traslado de las Cariátides, aunque

      éstas serán sustituidas por unas copias artificiales. Desde que por motivos bélicos estalló al ser usado como polvorín, poco a poco se ha venido

      reconstruyendo. Por el momento, no se pretende otra cosa que seguir cumplimentando esta lenta tarea.


      Sin embargo, hay un hecho importante en la “operación Acrópolis”. El señor Karamanlis ha ordenado la restauración del templo de Dionisos, que

      data del siglo IV antes de Cristo, al pie de la Acrópolis, con el fin de que pueda acoger nuevamente a unos tres mil espectadores que deseen

      asistir a la reposición de los dramas del teatro clásico.


      Con el dramatismo de Hölderlin podríamos decir: “Como un inmenso naufragio cuando los huracanes ya han callado y huido los marineros, y el

      cadáver de la flota destrozada yace irreconocible en el banco de la arena, así yacía Atenas a nuestros pies, y las columnas huérfanas se elevan

      ante nosotros como los troncos desnudos de un bosque que por la tarde aún verdeaba…”. ¿Cuándo la Acrópolis, a través de esta ingente tarea

      restauradora, dejará de ser eso, “un inmenso naufragio”?...


      © 2016 JOSE MIGUEL GONZALO y EDUARDO RUIGÓMEZ

    • Reportaje sobre el proyecto de restauración de la Acrópilis / Atenas, 1976
      (imágenes reproducidas de la revista Telva)    > > >